13.8.08

Narciso

Apareció a la hora justa en el lugar indicado, me saludó de lejos, yo le observaba mientras escuchaba a Eva despedirse de mi, dudaba de si era él o no.

Después de plantarme dos besos en mis dos mejillas con sus labios carnosos hizo un par de comentarios dejando claro que no sabía donde encontrarme ni que hora era. Me presentó a su amiga y a su perro, encantadores los dos. Me acompañaron hasta el tren los tres, me habló con normalidad, como si hubieramos estado cenando juntos ayer, en cambio ya había pasado más una semana sin un sólo saludo, creo que fue eso lo que le hizo venir a mi. Se fue dandome dos besos con sus labios carnosos, uno en mi comisura derecha y otro en mi comisura izquierda. Me encantó que se hiciera el encontradizo. Él sabía a que hora subía al tren y a que tren y sabía que siempre llegaba 10 minutos antes de que pasara mi tren.

La última conversación que tuvimos me dejó entrever que él creía que yo me estaba enamorando de él. Ni me defendí. A palabras necias, oídos sordos. Yo sólo tenía ganas de más, no de hablar. No hubieran pasado dos años sin verle estando enamorada.

Ahora es él quien me viene a ver haciéndome creer que no venía, es dulce, ¿verdad? Él nunca lo reconocerá. Estoy encantada. No me enamoraré de él, otra vez no. ¿Será la única manera de que él venga a verme?

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